Promesa de futuro
El despertador no ha sonado. No hace falta. Es fin de semana. Fuera llueve. El agua golpea los cristales con furia, repiqueteando, creando una curiosa banda sonora para empezar el día. Al girarme a la derecha el edredón nórdico ruge. Abro los ojos despacio. Duermes a mi lado, respirando pesadamente, con una media sonrisa dibujada en los labios. Paseo mi dedo índice por la línea de tu nariz hasta llegar a tu boca. Te beso. Despiertas y sonríes.